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El señor Jeon.

Jungkook ya tenía un buen rato abrazado a Jimin con los ojos cerrados, temía que, si los abría, él desaparecería, no había comenzado el cortejo por temor a su rechazo, percibía su miedo y no lo quería asustar... ¡Pero lo necesitaba tanto!

—¿Jungkook? —habló susurrando.

Jungkook se forzó a abrir los ojos y mirarlo, al instante el menor bajó la vista y su cara se cubrió de rubor.

—¿Me permitirías cambiarme de ropa?

—¿Cómo? —parpadeó sorprendido.

—Necesito quitarme este traje... después de tantas horas, es un poco molesto.

—Comprendo —y lo soltó muy a su pesar.

—¿Mi ropa está en el baño? —él seguía sin mirarlo a los ojos.

—Momo trajo tus maletas ayer, las tengo en este rincón —y se dirigió a recogerlas y ponerlas sobre la cama.

—Gracias —le dijo mientras abría una de las maletas y tomaba su pijama, estrujándola contra su pecho.

—El baño lo tienes atrás de ti...

Casi no termina la frase, cuando Jimin presuroso entró al baño y se encerró en él.

—Pero si quieres, yo te puedo quitar ese traje —Jungkook se tocó la frente—. Qué patético soy —Jeon no sabía qué hacer—. ¿Qué no se supone que entraríamos a esta habitación a consumar nuestro matrimonio? ¿Que yo lo besaría y él me correspondería? ¿Por qué Jimin rehúye a nuestro encuentro íntimo? ¿Acaso me dejó de amar? ¿Solo se casó conmigo por compromiso?

El tiempo de Jimin era interminable, se acercó a la puerta del baño, agudizando el oído para tratar de averiguar qué ocurría con el menor.

—Jimin... ¿Te encuentras bien?

—Bien... muy bien, en un momento salgo —respondió el menor tras la puerta.

—Iré por una jarra con agua, de pronto me dio sed.

Jungkook salió de la habitación, Jimin escuchó la puerta cerrarse y salió del baño, notó que Jungkook había encendido una lámpara, para que la habitación no quedara totalmente a oscuras. Traía su pijama de dormir de siempre, no se había atrevido a desenvolver la ropa interior que le regalaron Taehyung y Yuna, especialmente para su noche de bodas.

—Que hago maldita sea —y empezó a dar vueltas por la habitación—. Amo a Jungkook, de eso no hay duda, pero... tengo tanto miedo de tener intimidad con él. ¿Y si después de entregarme a él, me vuelve a rechazar? ¿Y si no lo satisfago como pareja? ¿Y si considera que soy poquita cosa?... Y yo que lo deseo tanto —ese último pensamiento lo estremeció, al fin reconocía la atracción sexual que él ejercía en él.

Escuchó como Jungkook regresaba a la habitación y abría la puerta. En un santiamén, corrió a la cama, se metió entre las sábanas y fingió que estaba dormido.

Jungkook colocó la jarra en la mesita, observó que Jimin estaba, ¿dormido? Perdido entre los edredones, en ese momento no supo si entristecerse o alegrarse.

—No voy a obligarte a que te entregues a mí, primero te voy a conquistar.

Jungkook se quitó su traje de novio y se colocó su pijama color vino, apagó las luces de la lámpara y se introdujo entre las sábanas, a un lado de Jimin.

—Será una larga noche, amor —dijo audiblemente y cerró los ojos tratando de dormir.

Jimin apretó los ojos al escuchar lo último que dijo Jungkook, él lo sabía, sería una larga y fría noche, el escuchar la tela de su ropa correr por su piel fue una tortura feroz, haciendo que se le enchinara la piel.

Quisiera que me abrazaras, que me dijeras que me amas... que me hicieras tuyo —quiso voltear y entregarse a sus brazos, pero la tempestad de sus dudas y temores fue más fuerte y... no se movió.

✧✦✧

A la mañana siguiente, Jimin comenzó a despertar, por un momento se sintió en su antigua cama, en casa de sus padres, más sus sentidos se llenaron de un calor nuevo, reconfortante, su nariz percibió el aroma a cedro muy conocido por él.

—Debo estar soñando otra vez con Jungkook... sueño que estoy con él... que lo abrazo... —y al hacerlo, la realidad terminó por despertarlo totalmente, se encontraba abrazado a un Jungkook real, acostados los dos en la cama de él.

Jungkook dormía profundamente, pero lo tenía acunado entre sus brazos.

—Es realmente hermoso —de golpe vinieron los recuerdos de lo vivido las últimas horas, su boda... su marido, volteó a verse... y aún conservaba su pijama de dormir, no se sentía diferente. ¡Oh decepción! Jungkook había sido todo un caballero al no obligarlo a tener intimidad.

Jungkook despertó sintiendo que algo le faltaba, dio manotazos queriendo encontrar lo que había perdido, parpadeó un par de veces y se centró en su realidad. Jimin ya no estaba a su lado.

—¿Se habrá ido? ¿Me habrá dejado? —Jungkook trató de tranquilizarse al recordar, que el propio Jimin, aunque dormido, había abandonado su "nido" y se había acurrucado en sus brazos, lo cual él aceptó gustoso.

Se paró de la cama y con una rápida inspección concluyó que él no se encontraba en la habitación.

Se vistió de prisa y bajó las escaleras rápidamente, al llegar a la planta baja se detuvo de pronto, el olor a café caliente guió sus pasos a la cocina.

Ahí estaba él, preparando el desayuno.

—Encantadora visión —Jimin notó su presencia.

—Buenos días —lo saludó con un leve rubor en sus mejillas—. No sé que te gustaría desayunar, así que te preparé algo que a mí me gusta.

—Entonces será delicioso —se acercó a él, lo tomó brevemente por la cintura y le dio un beso en la mejilla.

Un poco más de rubor apareció en el menor.

—Toma asiento, te serviré.

Como si se tratara de un matrimonio de mucho tiempo, compartieron el desayuno, comentaban sobre los sucesos de la fiesta, de lo mucho que extrañarían a Taehyung y de lo borracho que se había puesto Minhyun.

—Bien —dijo Jimin poniéndose de pie—. Recogeré la mesa y lavaré los platos, después...

—Oye, tranquilo, estaremos sin servidumbre solo hasta mañana, pero no significa que te voy a dejar todo el trabajo de hoy solo a ti, te ayudaré.

Jimin sonrió y se volvió a ruborizar, no se lo podía explicar, pero el convivir como pareja, aún sin haber tenido relaciones íntimas; tenía un ligero tono erótico, echaban chispas aún sin tocarse.

Por la tarde, Jungkook le mostró cada rincón de la casa, y cuáles eran sus sitios favoritos y el porqué; Jimin sentía que al hacerlo lo dejaba entrar a lo más íntimo de su ser, y eso lo hacía sentirse único.

Pero la noche llegó y Jimin estaba más rígido que una tabla, repitió lo mismo de la noche anterior, se cambió en el baño, más al salir, Jungkook lo estaba esperando frente a la puerta. Le temblaron las rodillas cuando él rodeó su cintura y lo acercó a él, sus besos fueron demandantes y él se dejó llevar.

¿Dónde aprendió a mover las manos así? Quemándome todo.

Las manos de Jungkook exploraban, acariciaban, estrujaban el cuerpo de Jimin, era su paraíso particular y tenía que conocerlo y marcar territorio, porque Jimin era suyo, era su esposo, y ahora sería su chico en carne. Tomó al muchacho entre sus brazos y lo llevó a la cama.

Lo colocó suavemente, como si se tratara del cristal más delicado y se recostó junto a él.

—No sabes cuanto te deseo —murmuró contra su piel, y empezó nuevamente su exploración.

Jimin no sabía como actuar, quería tocarlo, pero no se atrevía, así que solo se entregaba dócilmente.

Jungkook se conformaba con eso, devorando ese suave cuello, pronto se encontró con la orilla de la camiseta de dormir de Jimin, introduciendo su mano para acariciar su abdomen, siguió acariciando, bajando por su abdomen y entonces encontró el camino hacia el misterio de entre sus piernas.

Jimin abrió los ojos como platos, esa invasión a su intimidad lo sacudió.

—No... no —comenzó a balbucear, pero Jungkook no se percató porque estaba entregado a sus caricias—. ¡No por favor! —y con todas sus fuerzas lo alejó de él, se echó para atrás, hasta topar con la cabecera, dejando a un Jungkook asombrado y asustado.

—¿Qué te sucede, Jimin? —le dijo perplejo, más angustiado de haberlo lastimado, que de su orgullo herido.

—No puedo... no puedo, lo lamento mucho Jungkook —y saltó de la cama y se fue a encerrar al baño.

—Jimin... —el corazón de Jeon comenzó a sangrar—. No puedes porque no me amas, fue un error casarnos.

Estuvo un buen rato hincado sobre la cama, con las manos enterradas en el colchón y la cabeza agachada, hasta que finalmente se paró, tomó sus zapatos y se acercó a la puerta del baño.

—Jim, podrás salir tranquilo, me iré a dormir a uno de los cuartos para huéspedes, yo... yo ya no te molestaré más —y salió del cuarto.

Jimin se encontraba sentado en el piso abrazando sus piernas, llorando silenciosamente.

—No quiero perderte, Jungkook... pero tengo tanto miedo de entregarme a ti.

✧✦✧

A la mañana siguiente, cuando Jimin bajó a la planta baja, se encontró con una casa llena de bullicio, empleados limpiando hasta el último rincón de la casa, se encontraban entregadas a su labor, y Jungsu, el mayordomo de Jungkook, fue a su encuentro.

—Señor Jimin, buenos días —lo saludó con una leve reverencia—. Mi nombre es Jungsu, el mayordomo de la casa, y estoy a sus órdenes.

—Gracias, el señor...

—Ya salió para la Universidad, señor.

—¿Tan temprano?

—No me expresó el motivo, pero así es, sólo me encargó decirle mis obligaciones hacia usted, y que tiene a su disposición el auto para llevarlo a la Universidad, ¿desea que se le sirva su desayuno?

—Sí, gracias.

—Entonces, ordenaré que se lo sirvan, permiso señor Jimin —volviendo a hacer una leve reverencia se retiró.

Jimin se dirigió al comedor a esperar su desayuno.

—¿Señor? Que grande me queda esa palabra. ¿Qué pasará ahora? ¿Jungkook me regresará con mis padres, por... defectuoso? ¿Qué le diré cuando me lo encuentre en la Universidad. ¿Qué hará él?

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la llegada de su desayuno traído por una amable mujer de mediana edad.

—Aquí está su desayuno, señor, espero que le guste, el señor Jungkook, me mencionó lo que le gustaba a usted.

—Gracias, muchas gracias, se ve que está delicioso.

—Permiso.

Cuando la mujer se retiró, Jimin se permitió derramar una lágrima sobre su desayuno, el mismo que él preparó el día anterior, para Jungkook y él.

✧✦✧

Cuando Jungkook entró a su salón de clases, fue recibido con silbidos y aplausos, muchos de sus colegas le palmearon el hombro y ponían el dedo pulgar hacia arriba.

—¡Felicidades Jeon! —le dijo uno de ellos—. No cualquiera se casa antes de terminar la carrera, y continúa con sus clases como si nada. ¿Por qué no te fuiste de luna de miel?

—Bueno... él y yo...

—¡No quisieron esperarse! —gritó otro desde el otro extremo del salón—. ¡Ya sabemos de tus visitas nocturnas! —y más pulgares arriba se vieron.

—¡Sí! Así es, afortunadamente mis padres me heredaron en vida —Jungkook sudaba frío ante la explicación que daba—. Económicamente, puedo mantenernos sin trabajar y seguir estudiando.

—¡Que suerte has tenido, amigo! Mira que tener a tu esposo en la misma institución y en tu casa también, espero que no se aburran pronto.

—No... claro que no —Jungkook dio gracias al destino que, en esos momentos, llegó su profesor y puso orden a ese improvisado festejo.

Cuando Jimin llegó a la Universidad, entró algo dudoso a su salón, sus compañeros lo observaron de arriba a abajo, curiosos lo examinaron. El menor los dejó que su escrutinio terminara, pero se desesperó y les gritó.

—¡Solo me casé, no tengo nada de diferente a como la última vez que nos vimos!

—Claro que hay diferencia "señor" —abrió la boca Minhyun—. ¿No vienes adolorido?

—¡No seas grosero! —le gritó Soobin—. ¡Respeta a Jimin!

—¡Largo de aquí! —le gritó otro, y comenzaron a rodear a Minhyun, insultándolo, hasta que lo sacaron del salón, justo cuando entraba el señor Namjoon.

—¿Qué sucede aquí? ¿A dónde va el señor Jeon?

—No se sentía bien el día de hoy —respondió Soobin.

Conforme con la respuesta, prosiguió a dar la clase, fueron las horas más aburridas para Jimin, en su mente aún tenía los comentarios de Minhyun, sin embargo, al término de las clases, el señor Namjoon retuvo a Jimin un momento.

—Solo quiero expresarle mi admiración, joven Park... perdón, señor Jeon. Cualquier otro joven al casarse hubiera abandonado los estudios, me alegra que continúe con nosotros.

—Espero no defraudarlo señor Namjoon.

—No se defraude a usted mismo.

Jimin salió del salón rumbo a la salida, durante los descansos de las clases no se había topado con Jungkook, pero ahora.

—¡Jungkook!

Él estaba parado cerca de la puerta de salida, distinguido como él solo, con un porte que le hizo temblar las rodillas, lo estaba esperando.

—¿Cómo fue tu día? ¿Tus compañeros te dejaron respirar? —le dijo con una sonrisa de medio lado.

—Bien, ellos se portaron bien.

—¿Nos vamos?

—¿A dónde? —por un momento Jimin pensó que lo llevaría devuelta a casa de sus padres.

—A casa, nuestra casa.

—Si, por supuesto —y se mordió un labio—. Que tonto soy —y salieron los dos juntos, mientras todos los presentes los observaban, algunos hasta suspiraron. ¡Hermosa pareja! Fue el veredicto de todos.

El viaje duró una eternidad, Jimin tenía muchas preguntas, pero solo una era la más importante.

¿Qué pasaría entre ellos? Jungkook se había comportado muy correcto y gentil, pero era un tímpano de hielo. ¿A dónde quedó su sonrisa? Esa mirada cálida, ¿dónde estaba?

Murió cuando lo rechacé.

Los señores Jeon llegaron a su casa, Jungkook invitó a Jimin a pasar a la biblioteca.

—Puedes disponer del servicio como mejor te plazca, ellos ya saben que te tienen que obedecer, al menos el tiempo en que estemos juntos.

—¿A qué te refieres? —y la sangre se le heló.

—Es obvio que cometimos un error al casarnos, no te culpo, las circunstancias te obligaron...

—Bueno, Jungkook...

—Déjame terminar, antes de que pierda el valor... —Jungkook aspiró profundamente—. No sería bien visto, si nos separáramos ahora, tras unos días de casarnos y financieramente, no te correspondería nada.

—No me casé por tu dinero.

—Lo sé, pero, aún así, no quiero que te quedes sin nada, un hombre divorciado, sin una carrera no tiene muchas oportunidades...

—¿Divorciado?

—No podemos fingir que somos un matrimonio normal, tú no soportas que me acerque a ti... no te voy a obligar.

Jimin no podía articular palabra alguna.

—La ley te otorga una indemnización después de los seis meses de casados... espero que los puedas soportar...

—Jungkook, no...

—Mudaré mis cosas a uno de los cuartos de huéspedes, los sirvientes pensarán que somos de esos antiguos matrimonios con cuartos separados...

—No es...

—Cuanta razón tuviste el día que rompí nuestro compromiso.

—Jungkook —las lágrimas hicieron presa del menor.

—Me dijiste que yo conocería tu dolor, porque el hombre que amo nunca me correspondería... felicidades Jimin, ya se cumplió lo que predijiste.

Negándose a escucharlo, salió de la biblioteca dejando a Jimin llorando a mares.

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